Oniricidio
Quiso ser el más famoso, el más admirado y el más querido entre el gentío. Como no sabía en qué faceta de su rica personalidad podría triunfar más fácilmente, decidió abrir varios frentes.
Comenzó una bitácora como si la escribiera una chica neurótica, otra como un romántico misterioso, otra como un bohemio excesivo y trotamundos, otra como una abuela moderna, otra como un adolescente tribal, otra como un técnico en obsesiones informáticas,...
En su vida real, sólo se le planteo un problema con su mujer: cuando ésta descubrió su capacidad multi-social, quiso que practicara en la cama esa versatilidad de personalidades. Esto le supuso gran derroche de tiempo y esfuerzo que le retrasaban en la consecución de su propósito. Pero pudo con todo.
Conforme avanzaban las semanas, nuestro protagonista iba eliminando las bitácoras con menor aceptación y se concentraba en redactar y perfeccionar las que tenían mejores estadísticas de visitas.
Pero hubo un hecho que le hizo cambiar el sistema: uno de sus proyectos, la bitácora del depresivo, ganó mucha popularidad cuando empezó a describir con todo detalle sus planes de suicidio, abocados por una racha de desamores profundamente hirientes. La audiencia se disparó gracias a los morbosos y a los desinteresados promotores de la campaña Salvad al depresivo. Por fin había conseguido la fama que tanto ansiaba, por lo que se dedicó en mente y alma a redactar el diario de ese depresivo imaginario.
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La policía descubrió el entramado virtual que giraba alrededor del director financiero que se había tirado desde lo alto de la grúa de la constructora que regentaba. Concluyeron en su informe: Ante las investigaciones iniciales, se observa una estrecha correlación entre el suicidio del finado y el de su personaje de ficción. Lo que no queda claramente comprobado es si la consumación del suicidio fue consecuencia de que se creyera demasiado el personaje que había inventado o porque no pudo soportar ver cómo lo único mágico que había conseguido crear en su vida lo había destruido un hijo de su propia miseria enfermiza.
Comenzó una bitácora como si la escribiera una chica neurótica, otra como un romántico misterioso, otra como un bohemio excesivo y trotamundos, otra como una abuela moderna, otra como un adolescente tribal, otra como un técnico en obsesiones informáticas,...
En su vida real, sólo se le planteo un problema con su mujer: cuando ésta descubrió su capacidad multi-social, quiso que practicara en la cama esa versatilidad de personalidades. Esto le supuso gran derroche de tiempo y esfuerzo que le retrasaban en la consecución de su propósito. Pero pudo con todo.
Conforme avanzaban las semanas, nuestro protagonista iba eliminando las bitácoras con menor aceptación y se concentraba en redactar y perfeccionar las que tenían mejores estadísticas de visitas.
Pero hubo un hecho que le hizo cambiar el sistema: uno de sus proyectos, la bitácora del depresivo, ganó mucha popularidad cuando empezó a describir con todo detalle sus planes de suicidio, abocados por una racha de desamores profundamente hirientes. La audiencia se disparó gracias a los morbosos y a los desinteresados promotores de la campaña Salvad al depresivo. Por fin había conseguido la fama que tanto ansiaba, por lo que se dedicó en mente y alma a redactar el diario de ese depresivo imaginario.
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La policía descubrió el entramado virtual que giraba alrededor del director financiero que se había tirado desde lo alto de la grúa de la constructora que regentaba. Concluyeron en su informe: Ante las investigaciones iniciales, se observa una estrecha correlación entre el suicidio del finado y el de su personaje de ficción. Lo que no queda claramente comprobado es si la consumación del suicidio fue consecuencia de que se creyera demasiado el personaje que había inventado o porque no pudo soportar ver cómo lo único mágico que había conseguido crear en su vida lo había destruido un hijo de su propia miseria enfermiza.
7 comentarios
MARARIA -
juglar103 -
Beca: Por supuesto.
Jose: alguna personalidad de mi lado femenino seguro que será ligera de cascos.
Zarem -
jose -
beca -
besos
eMe -
taro -
Cuidado donde se echan esas cenizas.