No es un epitafio
Si mañana muero, nadie continuará mi bitácora. Nadie sabe mi contraseña.
No creo que nadie lo sienta, pero supongamos que hablo de una de esas bitácoras hiperpopulares con un público hiperfiel. Incluso hay quien entiende a algún bitacorero como a un amigo de verdad. Puede haber personas que sientan el cierre de una bitácora.
Quizá se debiera pensar en crear un sistema de testamentaría virtual, y que ante la inactividad de un blog, transmitiera los archivos y contraseñas del mismo al heredero virtual designado por el bitacorero desaparecido. El caso de los weblogs grupales salvan este obstáculo, manteniendo mejor el concepto vivo del proyecto.
En mi caso, la bitácora que perpetro es el proyecto más vivo que he emprendido. Cuando compongo canciones o cuando intento escribir lo-que-sea, no tengo esa sensación. Cada canción, por ejemplo, tiene su momento: se gesta, se perfecciona, se da por terminada, se toca y al final aburre o se entremezcla tanto con recuerdos que se melancoliza.
Sin embargo, la bitácora es dinámica, es real, es interactiva y tiene lectores de increible calidad, comprensión y paciencia. La tengo que escribir siempre que puedo, porque nos debemos la vida. Y si mañana muero, me gustaría que alguien se pregunte dónde anda el juglar y su diferencia. Sé que este sentimiento que ahora desprendo es una soledad extraña difícil de curar.
No creo que nadie lo sienta, pero supongamos que hablo de una de esas bitácoras hiperpopulares con un público hiperfiel. Incluso hay quien entiende a algún bitacorero como a un amigo de verdad. Puede haber personas que sientan el cierre de una bitácora.
Quizá se debiera pensar en crear un sistema de testamentaría virtual, y que ante la inactividad de un blog, transmitiera los archivos y contraseñas del mismo al heredero virtual designado por el bitacorero desaparecido. El caso de los weblogs grupales salvan este obstáculo, manteniendo mejor el concepto vivo del proyecto.
En mi caso, la bitácora que perpetro es el proyecto más vivo que he emprendido. Cuando compongo canciones o cuando intento escribir lo-que-sea, no tengo esa sensación. Cada canción, por ejemplo, tiene su momento: se gesta, se perfecciona, se da por terminada, se toca y al final aburre o se entremezcla tanto con recuerdos que se melancoliza.
Sin embargo, la bitácora es dinámica, es real, es interactiva y tiene lectores de increible calidad, comprensión y paciencia. La tengo que escribir siempre que puedo, porque nos debemos la vida. Y si mañana muero, me gustaría que alguien se pregunte dónde anda el juglar y su diferencia. Sé que este sentimiento que ahora desprendo es una soledad extraña difícil de curar.
6 comentarios
taro -
trux -
en cuanto a lo de las bitacoras..he visto y sentido morir un par !! no me imagino como sera que se muera el creador..no nos enterariamos creo..es triste...
juglar103 -
"Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidrie
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene,
si suena en mi funeral,
una oración al oirla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa,
¿quién vendrá a llorar?
¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo
quién se acordará?"
Gracias por la referencia.
Ra -
Las historias (y el pensamiento humano) son recurrentes..., nos siguen importando las mismas cosas de antaño..??
Si lo tuviera conmigo, te lo recitaría...
taro -
Sefarad -